
Más de 200 personas asistieron ayer al acto de homenaje organizado por la familia de Miguel Lumbres Cumpa, el marinero cambadés fallecido en el naufragio del Villa de Pitanxo. Fue una manera de recordarlo con los amigos, compañeros y allegados que compartieron con él vida en los 14 años que llevaba en Cambados, pues su entierro tendrá lugar en su país de origen, Perú, a donde está previsto que pueda acceder el próximo miércoles. Tras días de dolor por la pérdida, ayer también fue momento de destacar la figura del tripulante, pescador desde niño y del que destacaron su alegría, lo bromista que era y también por ser trabajador.
Su primo Miguel Lumbres fue uno de los que se subió al improvisado al altar habilitado en Peña para hablar en nombre de su mujer y sus dos hijos. También otro amigo ofreció unas palabras y la conselleira de Mar, Rosa Quintana, el alcalde, Samuel Lago, el patrón mayor, Ruperto Costa,y el cura párroco de Santa Mariña, José Aldao. No obstante, el acto se desarrolló siguiendo el rito de la iglesia evangelista a la que pertenecía el cambadés, el cual era también muy creyente, como atestiguaron sus allegados. Tres pastores se encargaron de oficiar la celebración en la que se intercalaron oraciones con cánticos a viva voz y acompañamiento de guitarra.
También hubo un momento de recuerdo para el resto de víctimas del trágico naufragio del arrastrero, hace ya diez días en aguas del caladero de Terranova.
Las autoridades trasladaron a su familia todo su afecto y cariño en estos momentos tan difíciles. También los asistentes a la ceremonia, que superaban bien las 200 personas; el número de sillas instaladas por el Concello. De hecho, algunos tuvieron que quedarse de pie. Entre ellos no solo había miembro de la comunidad peruana de la que Miguel era un miembro activo por ser uno de los primeros de aquel “boom” de marineros del pais andino que hace más de una década llegaron a Cambados en busca de mejores oportunidades. También porque era el presidente de su asociación Rigoberto. Pero sus años de trabajo en el cerco cambadés y siendo parte de la vida social de la localidad le granjearon amistades más allá de la comunidad peruana.
Fue un acto emotivo y “bello”, presidido por una enorme fotografía del chiclayano ante uno de los mayores símbolos de Cambados: la Torre de San Sadurniño. Posteriormente se ofreció un ágape a los asistentes donde, a pesar de la tristeza, también siguieron los buenos recuerdos y las anécdotas compartidas y que mantendrán viva su memoria.