EL GALLEGO EN CUESTIÓN
Desde hace algún tiempo, a algún partido político, de corte nacionalista, no se le ocurrió peor idea que tratar de imponer el gallego en todos los estamentos de la cultura y en organismos oficiales y así nació la Normalización lingüística haciendo caso a los que más gritaban. Tengo ya muchos años y en esta Villagarcía nuestra, antes, hablaba en gallego (el que quería) y en castellano (también el que quería) y nadie, que yo sepa recriminó al contertulio por hablar en uno u otro idioma. Han transcurrido años y años con esta práctica y yo, seguramente al igual que muchos de los que me leen, tienen la costumbre de hablar en la lengua que hablan sus padres en casa y no por ello se quiere dejar a un lado un idioma u otro. En mi casa siempre se ha hablado en castellano y se utilizaba el gallego cuando se trataba de contar chistes, porque así eran más simpáticos, o cuando la persona que te hablaba en gallego, simplemente por educación, contestabas de la misma forma, cosa que hoy no ocurre pues se ven entrevistas en la radio y en la TV gallega donde el entrevistado es, por ejemplo, de Andalucía y la presentadora se empeña recalcitrante en hacerle las preguntas en gallego cuando el preguntado contesta en castellano, lo cual genera una grave falta de educación, de cortesía y de saber estar. Si tal cosa a mi me ocurriese yo contestaría en árabe (si lo supiese), para ver que me decía la presentadora.
Bien está que se defienda el gallego pues es una riqueza para la cultura de nuestra querida tierra pero otra cosa es que se imponga de una forma despiadada obligando a nuestros chicos a que hagan todos sus estudios en gallego creando así una generación de estudiantes incapacitados para desenvolverse por el mundo porque, se quiera o no, el gallego no sirve para mas allá de las fronteras de Galicia.
Esto viene a cuento por la manifestación de Cholo Dorgambide en el pleno del Concello hace un par de días. Cierto es que se ha extralimitado, producto del “cabreo” por la imposición y, si hubiese cortado su frase por la mitad, diciendo “yo hablo en gallego cuando me da la gana”, sería más que suficiente para acallar a aquellos que le increparon por hablar en castellano.
Lo que pasa es que los nacionalistas quieren imponer sus criterios a toda costa sin darse cuenta de que España es un todo y como tal, tenemos una Constitución, unas libertades y unas normas o leyes a las que tenemos que someternos, nos gusten o no pero, a estos últimos no les va bien esta norma y pretenden obligar a capa y espada que prevalezcan sus criterios aunque contravengan las libertades de los demás.
¿Qué hay que defender el gallego?... ¡Me parece muy bien! y yo aplaudo tal decisión pero enseñándolo en el colegio como una asignatura más y nunca, ¿Me entienden bien? ¡nunca¡, obligando a nuestros muchachos a que todas las asignaturas se impartan en gallego. A ver cuando entran en razón estos intransigentes.
