El Momo volvió a meterse de lleno en el charco de la corrupción que, en estos tiempos, parece que todo lo toca. El secreto mejor guardado del Carnaval se descubrió ayer cuando, ante los ojos de miles de vilanoveses y visitantes, se apareció el señor Luis Bárcenas con su antifaz de ladrón y vestido de tirolés, demostrando que son muchas más las cosas que lo unen a Suiza de las que lo separan. La de los paraísos fiscales es una afición que comparte con Iñaki Urdangarín, que el año pasado se encargó de abrir el camino de las corruptelas en la fiesta de despedida del Entroido vilanovés.
El extesorero del PP llegó, como no, con sus famosos sobres bajo el brazo (quién sabe si repartió algunos por Vilanova) y con los billetes de 500 euros dejando ver su color morado y que bien se encargaban de enseñar su séquito de tiroleses —entre ellos Tonhito de Poi, que no se pierde ni una— e incluso de trabajadores de Correos, encantados con el trajín de sobres que se traía Bárcenas y que bastante trabajo tuvo que darles.
Pero para séquito el que acompañó al Momo por su recorrido por las calles de Vilanova, que se convirtieron en un auténtico hervidero de gente, con miles de personas llegadas desde todos los puntos de la comarca y otras localidades de Galicia. Y quienes estaban lejos pero no quisieron perderse detalle, el desfile se retransmitió en “streaming” a través de Internet. Carrozas y comparsas de diferentes colectivos arousanos y disfraces de todo lo imaginable pusieron el sentido del humor, la irreverencia y la ironía que estas fiestas carnavalescas requieren. Tras el pregón de Jacobo Pérez, la marabunta recorrió las calles del centro de la villa para acabar en el paseo marítimo, frente a la escultura del Momo, lugar en el que el Bárcenas pagó su particular penitencia: consumirse entre las llamas.
desfiles en otras villas
Y así el Entroido se despidió de O Salnés hasta el año que viene. Aunque fueron varios los municipios que se resistieron a dejar atrás el Carnaval y apuraron hasta el último día para decirle adiós. Fue el caso de Sanxenxo, Portas o Pontecesures, donde ayer también se dejó notar el espíritu de Don Carnal con la celebración de sus respectivos desfiles de disfraces. En algunos casos, como también le ocurrió al Momo, los certámenes se habían aplazado en fechas anteriores a consecuencia del mal tiempo. Y ayer por la mañana la lluvia amenazaba de nuevo con aguar la fiesta, pero al final dio un respiro y no hicieron falta los paraguas durante la tarde. Eso sí, el abrigo, la bufanda y los guantes eran complementos indispensables para combatir el frío.
