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O Barbanza

La iglesia de San Isidro verá reforzada su seguridad tras los últimos robos

Los fieles de la parroquia de San Isidro de Posmarcos todavía no daban crédito ayer al nuevo robo ocurrido en su iglesia en la madrugada del domingo. Muchos de ellos manifestaron que la sucesión de este tipo de sucesos en dicho edificio de rito católico, así como en otros de la localidad, hacen más necesario que nunca que se extremen las medidas de seguridad, reforzando la vigilancia, ya sea con cámaras y alarma, así como poner más obstáculos para impedir que los ladrones accedan a los templos por las puertas y ventanas. Esa misma idea la que tiene el párroco, Marcelino Sánchez Somoza, que dedicó la parte inicial de la misa de las 17.30 horas del domingo en honor a San Blas a expresar su indignación por lo ocurrido y a reclamar apoyo a los feligreses para adoptar medidas que ahuyenten a los amigos de lo ajeno.

Desde el Arzobispado de Santiago indicaron que, desde que se viene constatando un incremento en el número de robos en las iglesias, han trasladado a los párrocos el mensaje de que extremen la prudencia y retiren de los templos todos los elementos de gran valor patrimonial o que no queden expuestos muy a la vista para evitar sustracciones como la del pasado domingo. Del mismo modo, añadieron que alarmas, cámaras de vigilancia y refuerzos en puertas y ventanas son las medidas básicas que se están tomando, especialmente en los edificios eclesiásticos que están más asilados. Además de la ayuda que el sacerdote pida a los fieles para acometer esas actuaciones, desde el Arzobispado compostelano indicaron que también mirarán la posibilidad de echar una mano. En todo caso, hace referencia a que para las obras u otras medidas de seguridad que se pretenda acometer es necesario solicitar los permisos, además de a la propia Archidiócesis, tanto de carácter civil a las diferentes administraciones como a Patrimonio, para que no afecte a la estructura del edificio y los elementos que se introduzcan se adapten al lugar. De todas maneras, precisaron que en próximos días se estudiará el asunto y se concretarán las soluciones que se adoptan.

Parece que ni los donativos recibidos en la jornada de San Blas, mitigan el dolor de los feligreses ni del párroco. Marcelino Sánchez Somoza señaló que lo más grave del suceso ya no fue tanto el hecho de que robasen joyas o los daños materiales y otros destrozos ocasionados, sino la profanación del sagrario, tirándolo al suelo desde el altar y esparciendo por el suelo las formas consagradas que contenían dos cálices, que también había en el interior de esas urna. Parece ser que el botín que se llevaron de los cepillos fue exiguo, pues el párroco recogía los donativos a diario. A falta de conocerse todo lo sustraído, destacaron tres anillos, una corona y dos cadenas con sus correspondientes medallas, todo ello de oro, y un rosario y un cáliz de plata.