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O Barbanza

Residentes denuncian venta y consumo de drogas en la Praza Manuel Escurís

Residentes en la urbanización de la Praza Manuel Escurís están cansados de llamar a la Policía Local de A Pobra y a la Guardia Civil de Boiro cada vez que en ese espacio público se produce un altercado entre las pandillas que se reúnen para hacer botellones, sobre todo bajo sus soportales, “e non hai quen os saque de aí”, y también por el consumo y venta de sustancias estupefacientes. Señalan que están muy agradecidos a las fuerzas de seguridad pues atienden sus llamadas y se desplazan con rapidez al lugar para intervenir, llegando a producirse alguna detención por diversos motivos, incluido por atentar contra la autoridad, y se levantaron actas por posesión de drogas. Sin embargo, creen que las medidas que hay que tomar para que vuelva la tranquilidad a la zona pasan más por la prevención que por la represión. Ya no saben a que puertas llamar, pero esperan que alguien les escuche y “aborde este problema antes de que xa non haxa por onde collelo”.

Varios vecinos dicen que el problema se produce desde que se urbanizó la zona, pero que se agravó

Los afectados por esta situación señalan que los problemas de consumo y venta de drogas en la Praza Manuel Escurís y sus alrededores es tan antiguo como la urbanización del edificio que bordea esa plaza pública pero que, después de una temporada tranquilos, en los últimos meses han vuelto a arreciar esas situaciones. Subrayan que este espacio se ha convertido en el centro neurálgico de la movida nocturna y de los conflictos, así como el lugar donde se desarrollan botellones, aprovechando la existencia de soportales que los protegen de estar a la intemperie.

Varios residentes en los portales del mencionado edificio añaden que aunque la plaza tuvo inicialmente un carácter privado acabó cediéndose al Concello en tiempos del alcalde Segundo Durán, pero subrayan que ningún mandatario “se atreve a meterlle man ao asunto”, argumentando que no puede actuar por no tener clara la titularidad de la plaza. Sostienen que cada vez son más menores los que acuden a ese lugar para ingerir bebidas alcohólicas y a drogarse, además de que algunos de los que allí se juntan son “rapaces moi malencarados”. Puntualizan que no hay más controles que los que hacen los agentes municipales y de la Benemérita cada vez que los avisan.

Este espacio público se ha convertido en el centro neurálgico de los botellones

“Pero algo máis haberá que facer, pois non todo vai ser presentar denuncias, que son múltiples, senón que deben facerse controis para que nos se produzan esas actitudes de dubidosa legalidade e tan molestas para o vecindario”, señala uno de los vecinos de la Praza Manuel Escurís. Este último recordó que en una ocasión incluso alguno de ellos hirió a un policía local al que tiró al suelo, y agrega que ya hubo juicio, aunque se quedó en una multa económica y arresto domiciliario. También dicen que en ocasiones acuden con perros y dejan sus deposiciones tiradas en ese espacio público. Varios vecinos apuntan que para no encontrarse con ellos evitan pasar por los soportales, aunque tengan que dar un rodeo para llegar a sus portales.

Un detalle que destacan algunos residentes del lugar es que, especialmente en la época estival, les llega el olor de los porros de marihuana que se fuman los jóvenes que se reúnen en la plaza “e nos colocamos” -matiza uno-, pues les entra en las viviendas por las ventanas, que tienen que abrir para ventilar y hacer frente a las altas temperaturas. Del mismo modo, señalan que durante todo el año hay una asociación que da clases de baile en un local de la plaza a personas de todas las edades, incluyendo a menores de edad, y es parece que si ven eso diariamente no es el ejemplo que deben seguir.