Y lo que nos queda
Una expresión muy repetida este verano, entre líos políticos, fuegos y trenes averiados ha sido “menudo veranito”. Se entiende perfectamente el sentido que tiene, pero ya les digo que es solo el adelanto de lo que nos espera. El gobierno de Sánchez piensa que, siguiendo los pasos del ínclito Zapatero, la tensión les viene bien para agitar el “miedo a la derecha” y en esa filosofía, no desperdicia ninguna ocasión para confrontar, para polarizar más a una sociedad que no quiere polarizarse pero que, a su vez, está harta de las políticas de enfrentamiento permanente que se apartan de los intereses de las personas para fijar todas sus acciones en sumas y restas electorales que, casi siempre, están equivocadas.
Por alguna razón que desconozco, el primer partido de España ha entrado en ese juego y claro, el resultado es previsible. Lo he escrito en diversas ocasiones, de inteligencia emocional la clase política anda escasa, han montado su realidad virtual en las cortes generales mientras la ciudadanía tiene problemas y preocupaciones que nada tienen que ver con las luchas electoralistas de los partidos. Los indicadores con los que contamos mientras las urnas no pongan las cosas en su sitio, son las encuestas que, sin ser datos altamente fiables, dibujan un estado de opinión del cuerpo electoral. ¿Qué nos dicen las encuestas? Que el Gobierno y sus socios están de capa caída y que la oposición sumaría, sobradamente, una mayoría suficiente para formar gobierno. El problema es que falta mucho tiempo para ser convocados a votar, tanto como los dos años de legislatura que le quedan a Sánchez porque el presidente, que se ve en la calle en cuanto convoque, no tiene ningún interés en darle la palabra al pueblo.
Ninguno de sus socios, desde Bildu hasta Puigdemont, pasando por ERC y por los restos mortales de Sumar, mejorarían su situación con un gobierno de otro color y, por lo tanto, mantendrán a Sánchez el tiempo que haga falta. La insistencia de Feijoo en que se convoquen las elecciones es también una apuesta de riesgo, genera una ansiedad entre la ciudadanía que, faltando tanto tiempo, puede causar el efecto contrario al pretendido. No se puede hacer un “sprint” a dos kilómetros de la meta porque puedes llegar desfondado.
Y frente a estas estrategias de naturaleza exclusivamente electoralista se posiciona el partido de Vox, que no participa en estas luchas, manteniendo un silencio que le hace crecer en las encuestas cada día. Siempre pensé que la derecha tiene graves problemas de comunicación y que la izquierda maneja mucho mejor los medios y los mensajes que coloca a través de sus meritorios mediáticos, que son muchos y muy bien pagados, mientras la derecha, cuando gobierna, parece perder la memoria e intenta apoyarse en tertulianos camaleónicos que hasta hace un cuarto de hora eran leales apoyos del “sanchismo” y se abandona a periodistas y medios que dieron la cara por ellos en la larga travesía del desierto pero que son abandonados a su suerte cuando la derecha toca poder.
No quiero acabar sin un recuerdo para Yolanda, esa vicepresidenta del gobierno que, estando de vacaciones por Galicia, ni descolgó un teléfono para interesarse por la situación de los incendios, solo aparcó un ratito sus vacaciones para ir a una manifestación, quizá por eso en Galicia no la votan ni en su pueblo.