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Desde hace ya algún tiempo, hay políticos que usan con relativa facilidad la descalificación del adversario, añadiendo insultos y otras varias, simplemente descalificar por sistema, creyendo con eso, que atraen votos a sus filas, cuando lo más plausible es que los retengan por miedo del votante hacía el señalado, es algo que se ve mal, se puede atacar al contrario con sentido común, algo que se nota en falta en sus señorías. Explicando sus programas y como se van a llevar a cabo, criticando aquel u otro apartado que él oponente, lleva en su lista o no le lleva, incidiendo en estos apartados y por tanto el votante tendrá un arma fiable a seguir, de lo contrario es repartir el voto del miedo, si no echas por mí, lo harás por otro peor.

Esto se ve normal en disputa de intereses por mantener a sus votantes fieles a unas siglas, aflorando él tú más, en cada momento. Sin comparar  entre partidos y programas, para que el pueblo sepa a quien elegir y el motivo que le puede inducir a ello, pero no emplear la descalificación personal sin más, solo por placer y con la disculpa de que se trata de atacar al oponente político ridiculizar su imagen. Sobre todo si este no tiene una buena defensa, para dejar en entredicho al que le ridiculiza. Mucho tiene que cambiar el sistema electoral español y mucho también las campañas que la acompañan, que solo la hacen tediosa y muchos electores propician el cambio de su voto, porque no le parece bien la predisposición de aquel candidato que por sistema emplea la descalificación. No un arte, sino un disparate.

Si algún político, piensa en el futuro ganar elecciones en una tediosa descalificación, que se preste a tomar clases de psicología aplicada, porque será el camino del fracaso, nadie merece descalificarse en una guerra sucia enfangando al contrario con viejas artimañas de tiempos pasados.

Si quiere llevar a cabo una campaña de desgaste por el medio de la descalificación, está equivocado, ese desgaste lo sufrirá en sus propias carnes, buena parte del pueblo se abstendrá de darle su voto, debido a que tendrá la complacencia del elector y se decantará por aquel que tiene mejores modales y explica al pueblo lo que va hacer. La división ahonda en los que descalifican y suman en los que aglutinan la necesidad de un pueblo. Se han visto estos presagios y se verán en el futuro.

En adelante los políticos tendrán que ser más comedidos y cuidadosos en sus despropósitos y cuidar más el lenguaje común. No arrojar el voto del miedo al electorado, con el afán de permanecer en política sin argumento alguno, este se da cuenta enseguida de la artimaña y no le votará.