
En Arousa, el coworking es un negocio que, como el turismo, padece la estacionalidad típica de la zona. En los meses de verano, la demanda se dispara y los turistas que alargan sus vacaciones gracias al teletrabajo o los profesionales que necesitan un lugar tranquilo para una reunión buscan estos espacios más populares en capitales o grandes ciudades. Pero cuando las playas se vacían, la ocupación de estos negocios cae en picado y para sobrevivir es necesario reinventarse. Esta es la realidad de los coworkings en la comarca de Arousa.
En el caso de Sanxenxo, uno de los destinos turísticos por excelencia en O Salnés, On-Situ Workplace abrió sus puertas en julio del 2024 con una propuesta clara: ser un punto de apoyo para quienes quieren trabajar unas horas sin renunciar a unas vacaciones frente al mar. “En verano, la ocupación se multiplica por miles”, cuenta su responsable. Allí han recibido desde clientes que solo necesitaban dos horas para una videollamada hasta personas que trabajan en horario estadounidense y ocupan un puesto hasta las once de la noche. El secreto, asegura, es la reserva digital inmediata, “no dependes de horarios comerciales ni de que alguien esté para abrirte. Si surge una reunión, entras en la web, reservas y ya tienes tu sitio”.
Por su parte, en Vilagarcía, el Centro Dalle Que Dalle tiene mucho más rodaje y años de experiencia, lo que lo ha llevado a adaptar el negocio a las necesidades del municipio. El centro abrió en 2014, cuando la palabra coworking aún sonaba extraña, según cuenta la encargada del lugar. “Fue complicado al principio, incluso tuvimos que reformar y dividir el espacio en despachos privados porque la gente no entendía el concepto”, cuenta. Hoy, en verano, las mesas se llenan de gente que teletrabaja aprovechando que tiene familia en la zona. “Muchos no tienen buena conexión en casa o no pueden trabajar con los niños alrededor. Aquí encuentran su espacio”, comentan.
A unos kilómetros de Vilagarcía, hacía la costa, en O Grove, el estudio Mardefondo Producións es algo más que un coworking. Allí se graban programas de televisión, se imparten talleres y se organizan presentaciones. El verano es, también aquí, la temporada estrella y por ello las plazas disponibles para el teletrabajo se reservan con un año de antelación. “La gente repite porque es un espacio cómodo y con buen ambiente. Pero, sinceramente, un coworking puro aquí no sería rentable. Es turismo muy estacional y en noviembre no viene nadie”, sentencia su responsable.
Un negocio, ¿solo en verano?
Fuera de temporada, los tres negocios coinciden, hay que buscar otras funciones. El local de Sanxenxo, tras un año de adaptación desde su apertura, pretende ahora preparar un calendario de talleres y formaciones para atraer a profesionales de O Salnés y evitar que tengan que desplazarse a Vigo, Pontevedra o Santiago. “Creo que somos población suficiente, con inquietudes suficientes, como para que ese talento pueda venir aquí y facilitarle a las personas esa inquietud, esa formación que necesitan, porque además en invierno el clima no ayuda y mejor desplazarse uno que no quince”, explica.
El caso del espacio vilagarciano es diferente, ya que sus años de experiencia le permiten tener mayor conocimiento de sus limitaciones. Es por ello que en los meses de invierno transforman su sala común en aula para cursos y actividades formativas, además de contar con sus oficinas de particulares que son, en este caso, el grueso del espacio.
Finalmente, Mardefondo, en O Grove, se llena de talleres de pintura, ilustración y rodajes, lo que limita ligeramente la disponibilidad para un coworking estable, pero igualmente tratan de mantener vivo este servicio también para aquellos que en Semana Santa o Navidad buscan teletrabajar.
Lo que dejan claro los tres negocios, a pesar de sus diferentes estrategias, es que la diversificación es clave y “este negocio del turismo no va a vivir”, asegura la responsable de Dalle Que Dalle. “Tienes que sobrevivir todo el año, y aquí funciona más el perfil de emprendedor autónomo que comparte gastos, que el de nómada digital”.
Destino de nómadas digitales
La pandemia y la extensión del teletrabajo motivaron un cambio en la mentalidad de algunos profesionales que ahora se plantean pasar largas temporadas en distintos puntos del país buscando tranquilidad, mientras conservan sus puesto de trabajo en empresas que no son accesibles en pequeñas localidades.
On-Situ cuenta que ha tenido clientes que se plantearon pasar tres o cuatro meses teletrabajando en Sanxenxo, pero su responsable cree que falta promoción para posicionar Arousa como un destino atractivo para este perfil. “Tenemos todo lo necesario, pero nos enfocamos demasiado a la temporada estival y no explotamos bien el resto del año. Además, nos llevan algo de ventaja zonas más rurales, porque los profesionales están saturados de la ciudad y buscan el otro extremo, un sitio aislado y relajado”, comentan.
En Vilagarcía, el perfil del nómada digital es todavía anecdótico. “A lo mejor uno o dos al año, y no siempre”, admiten desde Dalle Que Dalle. En O Grove, la visión es parecida ya que la población local cuenta con sus puestos de trabajo y los que buscan el teletrabajo lo hacen por periodos muy concretos. “Si no tienes una comunidad específica, como por ejemplo de artistas o creativos, es difícil generar un flujo constante”, explica el responsable grovense.
Un futuro más digital
Los tres ejemplos demuestran que, en Arousa, el coworking tiene dos caras, la de la temporada alta, cuando se convierte en un recurso imprescindible para turistas, y la de los meses de invierno, en los que la ocupación cae y la viabilidad depende de saber abrir el espacio a otros usos.
Por su parte, convertirse en un verdadero destino para nómadas digitales parece que requerirá de una estrategia de promoción turística enfocada al teletrabajo, pero entre tanto el negocio continúa marcado por la estacionalidad que caracteriza la comarca.