Cuando a Pablo Iglesias le reprocharon que había cobrado de Irán (lo más lejano al país feminista y Lgtbi que abanderaba) para financiar uno de los programas que lo lanzó a la fama, dejó una frase para el recuerdo: “Quien haga política tiene que estar dispuesto a cabalgar contradicciones, y nosotros estamos dispuestos a asumirlas”. Vaya si las ha asumido. No se recuerda un jinete que haya cabalgado más contradicciones en los prados de la política española. Se nos haría de noche si las enumeramos todas. Así que nos quedamos con dos. El tipo que en 2015 criticó “a los políticos que viven en Somosaguas, que viven en chalets” se acabó comprando en 2018 un ‘casoplón’ en Galapagar, previa consulta a la militancia para poder cabalgar a gusto tamaña contradicción. De las críticas de Pablo Iglesias y su pareja a la educación privada se podría escribir un libro. Pues bien, acaban de matricular a sus tres hijos en un colegio privado de Las Rozas.