No tenemos remedio, somos de lágrima fácil. Unos sensibles, que a la mínima nos emocionamos hasta con quien es capaz de hacer el mayor de los ridículos, en plan solidaridad. Esta semana que se fue, Yolanda Díaz nos tocó la fibra. Comentaban algunos medios digitales cosas como que “la ministra tiene millones de razones para llorar, por la cantidad de parados reconocidos y de desempleados escondidos que hay en España, por mucho maquillaje que le eche a las estadísticas para que se note menos su fracaso y su demagogia. Pero eligió a Franco para soltar su llanto impostado. Si su prioridad es alguien muerto en el 75, apaga y vámonos”. La verdad es que es muy difícil superar lo de la ministra gallega, demasiado complicado. La difícil situación en la que viven familias enteras debido a la crisis y la falta de trabajo y le desentierran el pasado para tapar las miserias del presente. ¿Y si nos centramos en el futuro?
