Nutricionistas del mundo, es vuestro momento. Os toca demostrar lo que valéis. Porque es muy fácil recomendar una dieta equilibrada, glosar las virtudes del aceite de oliva, recordar lo de las cinco frutas y verduras diarias, animar a comer carne blanca, sugerir pescados ricos en omega 3... y que cada cual después se busque la vida para cumplir con lo que supone que debemos hacer por nuestro bien. Lo complicado es tratar de comer sano sin tener la posibilidad de llenar el carro de la compra. Con la subida de los precios de los alimentos el verdadero reto es elaborar menús equilibrados sin legumbres, lácteos, huevos, carne y hortalizas. A ver, esos gurús de alimentación saludable, que salgan a ofrecer alternativas. Que nos sorprendan con alguna raíz desconocida para el gran público y llena de nutrientes que sustituya a una chuleta o con una infusión que equivalga a un plato de lentejas, con su zanahoria, sus patatas y su chorizo. Y a ser posible, que no nos dejemos el gusto en el intento. Vamos camino de que nos salga más económico comprar todo tipo de vitaminas en cápsulas que llevarnos a casa medio kilo de tomates.
